Saturday, November 08, 2008

Final final.

Me voy, me tomo el palo. No me banco mas esta situación que me endurece el estomago con cada noticia que leo a diario, o con cada discurso que el canal público transmite con presencia perfecta. Después de ocho años la inteligencia K ha logrado que este país vuelva o apunte a sus peores tiempos, a su oscuro pasado. Espero equivocarme pero ya perdí la ilusión de mejora o de cambio. Todo parece empeorar. Los que vienen detrás no parecen ser mejores que los actuales y si los son, los mierderos de hoy les evitaran el acenso. No me banco más esa sensación de que sin importar cuánto te rompas el culo, cuanto te esfuerces o cuanto luches, siempre hay alguien listo para equivocarse y arruinarnos la vida a todos. Como decía Mafalda “Lo malo de la hoja en blanco es esa sensación del codo rozando el tintero”.
Tengo la suerte de estar solo, de no estar atado a nada ni a nadie. Cumplí con todas mis obligaciones siempre, no le debo plata a nadie y por sobre todas las cosas nunca esquive el esfuerzo, pero esta vez me tatuaron en la espalda la sensación del fracaso, de la desilusión y de la amargura. Ganaron esa disputa mental y me redujeron a mi mínima expresión. Hace unos años, cuando los K estaban en su apogeo en una charla de taxi, discutí muchísimo con quien lo conducía sobre el valor que se le daba a los K. El creía que hacían mucho y yo sencillamente que se dejaban estar, que no aprovechaban “el viento de cola” que la mejora era solo porque todos los países del mundo crecían y mejoraban, que era una oportunidad única para finalmente salir del pozo y que se perdía una vez más la ventana del desarrollo real. Desde el silencio de un Blog político que leyó poca gente me atreví a decir lo que creía era correcto. Aquello que juzgaba armonizaba con mis ideales políticos con mis ideas. Discutí acaloradamente en el trabajo y en la familia sobre las situaciones que nos ahogan, pero noto que a nadie le importa. Nos roban y nadie se queja, todos salen a comprar dólares y no a pelear por lo suyo. Nos violan cada día a la salida de nuestras casas, nos matan en cada sombra y nos roban la educación con cada paro. Nos mienten como si aun tuviéramos cinco años y nos ultrajan como si no tuviéramos conciencia del acto. Pero no hacemos nada, nos dejamos. Esta ausencia de bravura y sabiduría por parte de nuestra gente, es parte de la decepción que me obliga a la marcha distante.
Los K ganaron la batalla nos arrancaron el espíritu y no nos dimos cuenta. Claudico y lloro, me avergüenzo y me exilio.