Tantas cosas pasaron en solo unas horas que no permite reducirlas a una sola idea a una solo prosa. ¿La Argentina se divide? Pensemos fuera del porque de la gestación del batir de cacerolas, fuera de los culpables o inocentes. Aun fuera de las patoteadas de otros tiempos.
Intentemos darle una emoción sociológica a la cuestión. La noche de ayer escupió a la calle a miles de ciudadanos de todo tipo e ideología. Algunos, al principio de la protesta, una mínima minoría, aun sentían o creían que el cacerolazo había comenzado como una muestra de aprobación al discurso de CFK. Más tarde habrán notado su error y vuelto a sus casas, pero marca en algún sentido la división.
En la Plaza de Mayo, el mas plural quizás de los centros de protesta de la Capital Federal, por estar rodeado de numerosos y diferentes barrios con ciudadanos de diferentes realidades económicas, había de todo. Muchos apoyando al campo y la protesta, otros solo enojados con la Presidente, muchos de centro, de Izquierda, algunos de derecha al grito de “no queremos ser Cuba” preocupados por el desabastecimiento. Amas de casa con la misma preocupación pero sin sentir el miedo del zurdaje cercano. Jóvenes que hoy cerca de los 18 años pueden sentir por 1° vez la pasión de un movimiento y la adrenalina de la plaza que es inconmensurable, inmensa. Los que vivimos otras plazas como las de semana santa o similares lo sabemos. Familias que seguramente aspiraban que la concordia no se destruyera y que ansiaban que la pelea planteada por el gobierno entre supuestos ricos y pobres, piqueteros de la miseria y de la abundancia no fuera tal. Que sencillamente aguardaban que su presencia obligara CFK a repensar su desafío permanente y su indomia.
Disfrutaron del movimiento aun en sus diferencias en sus distintas distintivas. Mas tarde otros, con pensamientos disparejos o no. Con la necesidad de recuperar lo que creen, injustamente, la plaza propia, irrumpieron en ella con palos y prepotencia. Empujaron fuera a quienes ahí estaba, subieron a la pirámide de mayo para mostrarse ganadores de una contienda sin rivales. Poco duro el bombo y el cantico, apenas unos 45 minutos de pasión extrapolada. La misión se había cumplido, echar, patear lejos, a los que no sentían que los gobiernos consecutivos de los Kirchner son los mejores y mas extraordinarios de la historia, como ellos plantean o aseguran. Incluso esbozaban sus lideres por radio y televisión que estaban defendiendo la democracia de un intento golpista. Nada mas alejado de la realidad, nada mas alejado de la intención de los miles a lo largo de las rutas y de los miles que en diferentes plazas del interior del país ayer se manifestaron con todas sus diferencias, pero sin dudas con un sentir democrático como hacia mucho no se sentía, probablemente un poco más de 20 años. No se puede dudar que el gobierno tiene la oportunidad de dar un ejemplo que seguramente no dará, ya están planeando un acto donde aplaudan a Cristina sin importar que diga o insinúe. Uno que seguramente será transmitido con toda la urgencia que ayer no tuvieron muchos canales de noticias ni de aire, salvo Crónica Television que estuvo durante una hora en completa soledad con la transmisión y América Tv y América 24 que ante la falta de móviles enviaron a sus periodistas con celulares para contarnos, desde diferentes puntos de la capital que pasaba.
