Saturday, July 05, 2008

Volver al trabajo.



Maratónica, eterna. Enérgica y apasionante. Hacía mucho que no veíamos tantos discursos enfervorizados, tanta pasión en las galerías. La televisión como medio de comunicación absoluto y necesario. Los nombres conocidos de siempre y esos que no lo son tanto, pero que defienden las ideas propias o del partido con el calor que obligan estos debates. Puede uno estar en desacuerdo, o no, con lo votado. Pudo haberse realizado hace meses quizás. Pero la política y la democracia tuvieron anoche una velada de gloria. Una madrugada de esas que no se recuerdan por tanto decreto de necesidad y urgencia o por el poder del presidente de turno que sacaba las leyes con la velocidad de un rayo. Anoche, más allá de las posiciones políticas, se vio como debe ser un congreso de representantes. Como debería ser la labor parlamentaria. Ayer por primera vez en muchos meses, se trabajo en el congreso. Con diferentes excusas venían soslayando, se evitaban los debates: que las elecciones, que la campaña, que la mayoría absoluta. Tuvieron que trabajar y eso es lo bueno. Debieron negociar durante horas, debieron modificar puntos sobre el llamado a sesión. Es política y estas cosas son naturales, no es un jardín de niños donde todo se pide con sonrisas y abrazos. Ahí las discusiones son parte de la labor, son casi obligatorias, y si no se tiene el valor para enfrentarlas no se debe sentar uno en esos sillones. La valentía de los que se opusieron, a sabiendas que el gobierno K ira tras ellos es de destacar. Aun diputados del FPV votaron en contra, votaron por la inconstitucionalidad de la resolución 125. Votaron por evitar lo que la mayoría de los argentinos creen que sencillamente está mal. Pusieron su grano de arena y lucharon contra el aparato mas aceitado que el peronismo tuvo en los últimos tiempos. Aprietes y llamados. Peleas y traiciones. Lucha por alcanzar el quórum, por alcanzar la mayoría, por alcanzar la tan necesaria confirmación de que el gobierno aun gobierna. Habrán festejado desde Olivos. Habrán festejado desde Calafate. Es lo mínimo, apenas una nimiedad. Una minucia. Lo importante es que la democracia está viva y que el tan célebre golpe institucional con el que se victimizo el gobierno durante las últimas semanas no era más que la paranoia de quienes lo chillaban.

Ahora habrá que tolerar lo que se sanciono. Las leyes están para ser cumplidas y es obligación de todos los que amamos la democracia ser respetuosos de lo que sucedió ayer aun sin estar de acuerdo. Habrá que elegir otras maneras de sembrar, de cultivar la tierra y votar de otra manera en las próximas elecciones. Habrá que aprender la lección y no votar solo por los ideales que ya no existen. Quizás votar con la inteligencia que no nos permitimos. Votar con la necesidad de cambiar el presente, pero siempre en un cuarto oscuro, con el DNI en la mano y el sellito azul impreso en su lugar correspondiente. Con la soledad y la paz que nos da la soberanía sobre nuestras ideas. Democracia pura.

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