El ex presidente vuelve a probarnos que su apetito por el poder esta intacto, aun habiendo tomado un papel secundario en el escenario político de la Argentina. Se muestra poderoso y con poder que no es siempre un matrimonio sencillo. La nueva sorpresa se llama Roberto de apellido Lavagna. El señor K probo que es mas vivo que todos nosotros que no tiene reparos o incluso que sencillamente, es capaz de devorarnos sin necesidad de antiácido.
Habrá sido lo suficientemente maquiavélico como para haber instruido a Lavagna, que no tenía posibilidades de presidenciable en el PJ, debido al capricho de CFK, a formar parte de la oposición, solo para fraccionarla en una parte más, solo para impedir que ante la falta de candidatos los partidos de la oposición se unieran en uno solo y así lograr pulverizar las posibilidades de Carrio de un ballotage. Asegurándole la presidencia a su mujer. ¿Se puede ser tan cínico, impúdico, desvergonzado? ¿Se puede manipular de manera tal la voluntad de la gente, de la República entera, sin que se paguen costos.
Los mismos que tildaban a Lavagna de traidor e ingrato hoy lo aplauden de pie y valoran todas sus cualidades aun aquellas que vituperaban inciertos.
Para probarlo solo haría falta un poco de memoria. Aquel domingo de elecciones generales, Lavagna fue el segundo durante parte de la noche, algo impensado en esos momentos y sorprendía a todos al aceptar la derrota frente a CFK a primeras horas de la noche. Calificar como una victoria el segundo puesto “transitorio”, agradecer a pocos y valorar a ninguno de sus aliados hoy traicionados. Sonreír frente a las cámaras e irse a dormir con el deber cumplido. Unas horas después cuando ya la gente se había acostado, los guarismos cambiaron drásticamente y Carrio paso al segundo puesto pero Lavagna ya había salido en todos los canales del país con rostro triunfal y salvando las ropas, a nadie le interesaba ya que hubiera sido todo parte de una movida de ajedrez de magnifica ejecución, que se descubre hoy en un jaque mate del que ninguno se salva.
Habrá sido lo suficientemente maquiavélico como para haber instruido a Lavagna, que no tenía posibilidades de presidenciable en el PJ, debido al capricho de CFK, a formar parte de la oposición, solo para fraccionarla en una parte más, solo para impedir que ante la falta de candidatos los partidos de la oposición se unieran en uno solo y así lograr pulverizar las posibilidades de Carrio de un ballotage. Asegurándole la presidencia a su mujer. ¿Se puede ser tan cínico, impúdico, desvergonzado? ¿Se puede manipular de manera tal la voluntad de la gente, de la República entera, sin que se paguen costos.
Los mismos que tildaban a Lavagna de traidor e ingrato hoy lo aplauden de pie y valoran todas sus cualidades aun aquellas que vituperaban inciertos.
Para probarlo solo haría falta un poco de memoria. Aquel domingo de elecciones generales, Lavagna fue el segundo durante parte de la noche, algo impensado en esos momentos y sorprendía a todos al aceptar la derrota frente a CFK a primeras horas de la noche. Calificar como una victoria el segundo puesto “transitorio”, agradecer a pocos y valorar a ninguno de sus aliados hoy traicionados. Sonreír frente a las cámaras e irse a dormir con el deber cumplido. Unas horas después cuando ya la gente se había acostado, los guarismos cambiaron drásticamente y Carrio paso al segundo puesto pero Lavagna ya había salido en todos los canales del país con rostro triunfal y salvando las ropas, a nadie le interesaba ya que hubiera sido todo parte de una movida de ajedrez de magnifica ejecución, que se descubre hoy en un jaque mate del que ninguno se salva.
Humo del Bueno.
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